CEPAS, UNA FORMA DE IDENTIFICAR LOS VINOS

Talvez una de las formas más conocidas para denominar a los vinos sea asociarlos con las variedades de uva de las cuales provienen. Así, para identificarlos, se habla de “cepas”. De esta forma nace la primera gran categoría: tintos y blancos.

Los vinos se pueden dividir en varietales y genéricos o de corte. Los varietales son los que se elaboran completa o casi completamente a partir de una sola variedad de uva o cepa. Entre los varietales clásicos se destacan, en las cepas blancas: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Riesling, últimamente  el Gewürztraminer y Torrontés; y en las cepas tintas: Cabernet Sauvingnon, Carmenere, Malbec, Merlot, Pinot Noir, Syrah y Tempranillo.

En cambio, los genéricos o de corte, nacen de la combinación de lo mejor que puede aportar una cepa con otra o más cepas, para sumar sus cualidades, incrementar la fortaleza de su personalidad, hacer la más equilibrada o para intensificar su color. A estos se los denomina coupage o ensamblaje.

Mención aparte merecen los espumosos, entre los que destaca el champagne. Estos se caracterizan por ser pálidos, limpios, afrutados, y con una graduación alcohólica que no sobrepase los 11 grados. El champagne es el vino espumante más conocido y se produce en la región francesa del mismo nombre. Solo los productos elaborados en esta región pueden denominarse champagne.

En la misma Francia, fuera de los límites de esa zona, se elaboran los mousseux, que significan espumosos o espumantes; en España se denominan cavas; en Inglaterra y Estados Unidos, sparklingwines;  en Alemania, Sekt, y en otros países, directamente espumantes. Este tipo de vinos son ideales para acompañar variedad de comidas y se pueden servir, antes durante y después de ellas.

También se usan para hacer brindis y acompañar postres. Han cobrado notoriedad los Late Harvest o vinos de cosecha tardía, que son dulces y aromáticos, ideales para acompañar con quesos azules, patés, frutas y postres que tengan algún componente ácido que sirva de contrapunto. No deben usarse como aperitivo, ya que su alto nivel de azúcar, en lugar de abrir el apetito, lo elimina.

Deben beberse de 6° a 8° C. Sus aromas característicos son miel, azahares, jazmín, magnolia, melón, coco, papaya,  mermelada, frutas confitadas y vainilla. En la boca es untuoso, denso, graso, llenador y seductor. Ideal para acompañar quesos azules, patés, frutas y postres que no sean muy dulces, ni tengan manjar o crema, ya que anulan al vino.